
Se calcula que cada año 100 millones de tiburones en todo el mundo acaban asesinados, la mayoría para satisfacer la insaciable demanda de sopa de aleta de tiburón. Mariana descubre que los consumidores estadounidenses son una parte cada vez mayor del problema e investiga el hecho de que, como los cazadores y contrabandistas de tiburones ganan tanto dinero, ahora los cárteles mexicanos quieren participar del negocio.

