
El caso de Reynier es un tanto atípico y sorprende a la jueza y a los presentes. Asegura que trabaja como estatua viviente cuando el hijo de Kenia lo agredió y él no pudo resistirse e hizo lo que jamás imaginó: le devolvió el golpe al pequeño. Lo que escandalizó al propio niño, a su madre y al público que observaba su show.

