
Josué 7 revela una verdad sobria: el pacto con Dios no es una formalidad-es cuestión de vida o muerte. La derrota de Israel en Hai no se debió a una estrategia débil ni a números inferiores, sino a un pecado oculto dentro de su propio campamento. La victoria dependía totalmente de la presencia de Dios, y la desobediencia rompió esa conexión. Como Israel aprendió, su mayor amenaza no era el enemigo externo, sino la rebelión interna.

