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Trabajando muy duro, Don Ramón se gana su dinero repartiendo leche a domicilio. Aunque sabe que no se trata del mejor trabajo del mundo, él está contento porque le permite pagar la renta y el resto de sus compromisos. Aunque después de toparse con Doña Florinda y con el Chavo, se queda pensando pues ellos opinan, sin medias tintas, sobre su empleo.
 
                    
 
                      

