
En el suroreste, un ladrón serial de bancos afirmaba que su botín era para los pobres, pero este ladrón no era ningún héroe popular, pues tenía un arma y estaba dispuesto a disparar. El tirador estaba desesperado por permanecer en libertad, una amenaza para cualquiera en su camino. El FBI y el cuerpo de alguaciles de los Estados Unidos se unieron para capturar a un criminal habilidoso que probó que jamás dejaría de pelear.

